El famoso hidalgo de Cervantes, conocido defensor de los débiles, apoya hoy la causa de la libertad de expresión. En sus 377.000 palabras se guarecen las 70.000 que contiene el libro Fariña, de Nacho Carretero, una investigación periodística que rastrea la historia contemporánea del narcotráfico en las costas de Galicia.

A principios de 2018, Fariña fue prohibido por instancias judiciales. La medida, a todas luces desproporcionada, fue tomada tras la denuncia del exalcalde de O Grove, una de las muchas personas que aparecen citadas en el texto. La prohibición soliviantó a la sociedad y fue un escándalo mundial.

Entre las muchas voces que se alzaron contra la censura destacó la del Gremio de Librerías de Madrid, que encargó a la agencia DDB una campaña de denuncia. Ahí es cuando entra en escena El Quijote.

El equipo creativo ideó una herramienta digital para que la obra de Carretero siguiera a disposición del ciudadano. La web findingfariña.com rastreaba El Quijote para buscar las coincidencias de las 70.000 palabras que componen el texto de Fariña. De esta manera los usuarios podían acceder a su lectura. La página recibió 60.000 visitas y un alcance de 19 millones de impresiones en más de 130 países. También suscitó un gran interés mediático. Diarios, informativos, tertulias y columnistas de todo el mundo se hicieron eco de la campaña.

El juzgado competente no tardó en tomar medidas para clausurar la web, pero eso ya no importaba: el mensaje había calado. Como sostienen fuentes de los libreros, la elección de la obra de Cervantes era una coartada, una especia de apoyo que trazaba un salto de cuatro siglos para convertirse en «una metáfora sobre lo disparatado que resulta intentar secuestrar un libro en tiempos digitales”. Al cabo de pocos meses, a mediados de 2018, la Audiencia de Madrid revocó la prohibición de Fariña.