El cliente involucrado, el que participa y se abre. El que estimula la proyección cultural y social de lo que hace. El que apuesta por la creatividad y la innovación. El que entiende el diseño como un valor fundamental para el desarrollo de la empresa. Ese es el cliente ideal.
Este año, el cliente ideal ha sido La Fábrica, Premio Laus Empresas y Entidades 2016. El Libro Laus 2016 incluye un precioso diálogo entre el diseñador Quico Vidal y Alberto Anaut, presidente de La Fábrica. Ofrecemos un extracto trufado de ideas potentes, de las que nos hacen pensar ‘¿por qué no habrá más empresas como esta?’.
Quico Vidal: Me gustaría comenzar por los inicios, que me cuentes cómo era el paisaje cuando creasteis La Fábrica.
Alberto Anaut: Nace en 1995 con la revista Matador, en la que el diseño era absolutamente consustancial. Entonces ya sabíamos que una empresa necesitaba una identidad muy clara, un ADN muy claro y una manera de expresar ese ADN.
Q.V.: ¿Qué fue lo primero?
A.A.: Un logotipo de Javier Romero que luego no se ha utilizado más. Era como de constructivismo ruso, porque él había interpretado La Fábrica como una “empresa-comuna”. El logo que después se quedó lo hizo Fernando Gutiérrez. Y el actual es un rediseño de ese original hecho por Mikel Garay. Desde el primer momento nos posicionamos como una empresa que concebiría proyectos globales, de la que el diseño sería una parte sustancial. Por ese motivo, debíamos ser ejemplares en su uso. En seguida comprendí que el diseño era un arma de rigor que nos enseñaba a hacer todo mejor. No mejor la forma de las cosas sino mejor las cosas.
Q.V.: Si el diseño es en gran medida una filosofía, ¿qué filosofía os ha dado a vosotros?
A.A.: Una de rigor, de síntesis. Porque el buen diseño sintetiza las cosas. Y de comunicación. Hemos logrado cierta identidad como empresa sin tener un equipo propio de diseño. Y eso es muy bonito.
(…)
Q.V.: Y si tuvieras que explicar a una empresa por qué merece la pena invertir en diseño, algo que muchos pensarían que es un gasto, ¿cómo lo harías?
A.A.: Me cuesta creer que alguien piense que es un gasto. ¡Cómo no vas a invertir en diseño! ¿Cómo eres capaz de hacer algo que tienen que desear y comprar y que el diseño no forme parte de ese algo? La palabra invertir es buena para el diseño, porque lo vas a amortizar en muchos años. Nadie puede estar pensando en trabajar sin tener un diseño de calidad, sin que el producto sea bueno y sin tener una relación honesta con su cliente. Es imposible hacerlo sin esas tres cosas, porque la sociedad contemporánea valora la transparencia y la sinceridad en las relaciones. Y se te ve el plumero en seguida.
(Encontrarás la entrevista completa en el Libro Laus 2016)