En 2008 los socios y socias de ADG-FAD aprobaron el primer manifiesto por los concursos justos y remunerados de la asociación. La motivación principal era el cansancio de las condiciones vergonzantes en que algunos concursos, incluso licitaciones, se publicitaban desde administraciones públicas cuya misión se supone que es velar por la salud económica y profesional de su comunidad. La intención era la de concienciar a la administración pública y agentes del sector económico que requieren de servicios de diseño gráfico y comunicación visual de cómo unas condiciones dignas para la profesión era la única manera de conseguir la excelencia que esperaban, y necesitaban, de sus concursos y licitaciones.
Hemos ido desarrollando una tarea discreta y continua que nos ha llevado a asesorar concursos para entidades como betevé, el Parlament de Catalunya, el Consorci del Besòs, L’Auditori, la Oficina Catalana de Turismo, la Oficina Antifraude de Cataluña, el Mnactec o el ya tradicional concurso que nos ha confiado anualmente el Ayuntamiento de Alella para la imagen de su fiesta de la vendimia. Incluso podemos decir con orgullo que recientemente hemos visto nuestra propuesta de modelo aplicada al concurso de la Marca Madrid gracias a la tarea de nuestros socios allí.
Pero queda mucho trabajo por hacer, especialmente ante escollos tan complejos como la Ley de Contratación Pública que regula algunos aspectos de las licitaciones de las administraciones (casos paradigmáticos y también polémicos como son los del propio Ayuntamiento de Madrid o Barcelona). No son pocos los obstáculos que todavía hoy hay para conseguir que el diseño se valore y remunere como se merece una línea estratégica vital en cualquier proyecto que pretenda comunicar.
Desde el FAD, damos un paso más y hemos trabajado unificando criterios con las diferentes disciplinas que conformamos la entidad para poder presentar un decálogo al servicio de todos los profesionales de la artesanía, diseño y arquitectura. A la vez, queremos que sea nuestra carta de presentación a instituciones públicas, entidades culturales y empresas privadas para ayudarles en la conceptualización de sus concursos desde el respeto a la profesión, resaltando su importancia estratégica y, especialmente, explicando por qué es la mejor manera de conseguir el mejor resultado.
1. Un concurso no es un premio
Un premio es un reconocimiento a un trabajo realizado, mientras que un concurso parte de un encargo con una necesidad a resolver. Los encargos tienen que remunerarse en función del volumen de trabajo que representan y al calendario previsto.
2. Define los objetivos y quién quieres que participe
Cuando queremos lanzar un concurso para elegir a los profesionales creativos que desarrollan un encargo, lo primero que se debe hacer es definir los objetivos con claridad y qué perfil de participantes y resultados esperamos. En base a estas necesidades pasaremos a la siguiente fase, hacer una “llamada de portafolios” adecuado al encargo.
3. Haz una llamada de portafolios
El portafolio es la carta de presentación de la mayoría de los profesionales creativos e incluye una selección de los mejores trabajos desarrollados por los candidatos. A menudo se pide mostrar únicamente trabajos específicos o similares al encargo. Se trata de un formato que permite ver los trabajos que han realizado los profesionales sin que implique que hayan desarrollado un ejercicio creativo expresamente para participar. Son una herramienta ágil y accesible para todos.
Una vez definido el perfil de participantes y los objetivos del concurso, se debe lanzar una convocatoria que llegue a los profesionales a los cuales queremos atraer. Una vez analizados los portafolios recibidos, se optará por elegir a uno y hacerle el encargo directamente, o bien seleccionar varios y pedirles una propuesta creativa, de entre las cuales se seleccionará la ganadora.
4. Las propuestas creativas se remuneran
Cuando un concurso implica desarrollar técnicamente un anteproyecto o una propuesta es necesario remunerar a todos los participantes seleccionados, no solamente a los ganadores. La remuneración será proporcional al volumen de trabajo a realizar. En caso de no poder remunerar este trabajo de manera más o menos digna para los participantes seleccionados, la mejor opción es optar por seleccionar un portafolio de entre los presentados y hacerle directamente el encargo.
5. Fija un límite de rebaja en las propuestas económicas
En el caso de los concursos en los que haya asignado un presupuesto máximo y los proyectos tengan que asociar una propuesta económica de costes, se tendrá que fijar un límite de rebaja porcentual compatible con el tipo de trabajo a realizar. Las rebajas abruptas respecto al resto de candidaturas perjudican tanto al colectivo profesional como a la calidad del trabajo presentado.
6. Vela por la diversidad
Los concursos tienen que velar por la diversidad de género, edad, etnia, religión o condición física. Esta diversidad se ha de tener en cuenta tanto en la selección de los participantes como en la selección de los miembros del jurado.
7. Bases claras y transparentes
Las bases del concurso tienen que incluir al menos los siguientes puntos:
– Objetivos del concurso.
– Entidad organizadora.
– Encargo.
– A quién va dirigido.
– Composición del jurado.
– Remuneraciones (para participantes y ganadores) y condiciones de pago.
– Entregables y calendario de ejecución.
– Criterios de selección.
– Condiciones de gestión y duración en relación con los derechos de autor, propiedad intelectual e industrial, así como derechos de explotación.
– Plantilla o modelo normalizado del proyecto a presentar.
8. Elige un jurado profesional y representativo
– El jurado del concurso tiene que ser diverso e, idealmente, tiene que incluir profesionales independientes en la misma proporción que miembros que pertenecen a la organización o cliente convocante.
– El jurado debe conocer las bases, criterios de evaluación y encargo a desarrollar con la finalidad de poder evaluar correctamente. En el caso de que un miembro del jurado tenga alguna vinculación con alguna de las propuestas presentadas, se abstendrá de votar.
– Cuando se juzgan los portafolios, se hará garantizando que se evalúa el trabajo presentado, y en ningún caso la trayectoria o méritos del candidato. Se recomienda juzgar los portafolios y proyectos desde el anonimato del participante.
9. Los estudiantes tienen que aprender
Cuando se trata de un concurso en que participan estudiantes, éstos no tienen que ser convocados a realizar un encargo profesional de forma gratuita. Ante los dos formatos más usuales en que se involucra a los estudiantes, es decir, como personas físicas o como parte de un colectivo vinculado a una institución educativa (escuela o universidad), los concursos dirigidos a estudiantes tienen que plantearse desde una perspectiva curricular y pedagógica, acompañados de sesiones de tutoría y formación con expertos, y/o con una compensación económica o un compromiso de prácticas remuneradas.
10. Asesórate
Si tienes dudas acerca de los pasos a seguir en la organización del concurso o en la redacción de las bases, asesórate por una entidad que sepa o esté vinculada a los profesionales a los cuales quieres atraer. El FAD tiene una dilatada experiencia en la organización y/o asesoramiento de concursos de las diferentes disciplinas creativas.
¡Contáctanos!
adg@adg-fad.org
+34 93 256 67 50
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