David Torrents ha encarado la gráfica de El Mejor Diseño del Año como una oportunidad para desarrollar la identidad del FAD
La exposición de los premios Laus 2017 permanece abierta hasta el 29 de octubre. Aún tenemos días para seguir disfrutando de los bronces, platas y oros elegidos en la 47ª edición de los Laus. Es una manera inmejorable de captar con toda precisión lo más destacado del diseño gráfico, la dirección de arte y la comunicación visual. Y un complemento necesario a la información contenida en el Laus magabook de este año.
La muestra se inscribe dentro de la más amplia exposición «El Mejor Diseño del Año», que presenta las piezas finalistas y ganadoras en los diferentes premios organizados por las asociaciones que forman el FAD.
Nos hemos querido acercar a la exposición desde una perspectiva diferente. Hemos hablado con los responsables de su “envoltorio”, tanto de la parte gráfica como de la vertiente física y del espacio. Son David Torrents y el estudio Emiliana, respectivamente. En sendos artículos, publicamos las conversaciones que hemos mantenido con ellos, y que nos dan claves inéditas y nuevas maneras de entender ese artefacto de representación, identidad y comunicación que es una muestra de trabajos de diseño. Empezamos con David Torrents.
¿Cómo describes la gráfica de El Mejor Diseño del Año?
Habitualmente cuando nos enfrentamos a la tarea de diseñar la gráfica de una exposición, dividimos el proyecto en dos partes: la parte informativa y la de atmósfera. En la primera, nos concentramos en los elementos estrictamente de comunicación que deben permitir al visitante entender lo que está observando. Aquí se trataba que contextualizar las piezas dentro del premio respectivo, su autoría, la asociación convocante, etc.
Por otro lado, teníamos que definir cómo los elementos gráficos creaban una atmósfera paralela a la intervención espacial. Para resolverlo buscamos un componente abstracto que estuviera en sintonía con el FAD. Con Daniel Ayuso, presidente de ADG-FAD, coincidimos que era la oportunidad de mostrar la identidad del FAD, para revisarla en clave abierta y proponer un diálogo entre ella y los visitantes.
¿Cómo es diseñar un encargo que es en sí mismo “diseño”? ¿Qué relación debe establecerse con lo que se expone?
No es la primera vez que me enfrento a temas similares y ya llevo un cierto recorrido haciéndome esta pregunta. Lo normal sería resolverlo de una manera sintética y con pocos elementos visuales, pero a mí siempre me ha gustado el reto de buscar el contrapunto. ¿Cómo hacer que la complejidad gráfica pueda ser explicada con aún más complejidad, y al mismo tiempo encontrar un cierto equilibrio? Intento que de alguna manera nuestra propuesta no aplaste los elementos expuestos y se encuentre solamente en las zonas de separación o presentación. En estas zonas desarrollo un discurso abstracto que necesariamente debe contrastar. Pero junto a un proyecto no sitúo nunca ningún elemento gráfico que rivalice con él, pues el objeto expuesto debe mantener su aura separada de mi intervención.
¿Cómo convive tu intervención gráfica con el diseño del espacio expositivo? ¿Cómo fue el proceso creativo en relación al equipo de Emiliana?
A nivel conceptual los dos equipos trabajamos de forma paralela. Emiliana propone las directrices espaciales sobre las que nosotros después reaccionamos. El hecho de que piensen también en los materiales y soportes de mobiliario aporta un añadido muy especial.
Junto con Silvia Míguez, con quien llevo tiempo trabajando, y Toni Llargués, que se ha incorporado este año al estudio, hemos establecido una relación fluida con todo el equipo de diseño del espacio. Muchas de las decisiones importantes las determinamos con Emiliana hace tres años, y los cambios lógicos de cada edición son el motor de nuevas soluciones. El recorrido que hemos hecho juntos durante este tiempo facilita la toma de decisiones, y aún más cuando los dos estudios están en Gràcia, a 200 metros de distancia. La exposición se piensa, diseña, produce y monta en tiempo récord.
Cambiando de tema, tú eres un gran defensor (y practicante) del cartel. ¿Estamos asistiendo a una recuperación o revalorización de este medio gráfico?
Sí, si aceptamos que se encuentra en una situación diferente a la que vivió durante gran parte del siglo XX. Aquel cartel que ocupaba los espacios públicos y era un llamamiento a los peatones ya no es el único tipo de cartel existente. Creo que muchos diseñadores coincidimos en pensar que los carteles que nos interesan ya no pertenecen al ámbito urbano. Ya no son solo publicidad, tienen otro tipo de autonomía. Se han convertido en un apoyo ambiguo donde el encargo se difumina e invita a que el diseñador gráfico deba redefinir su rol profesional y social.