Joan Josep Bertran y Atipus protagonizan el primer ADGTalk del curso, centrado en el diseño gráfico de etiquetas de vino

En las 12 denominaciones de origen de Catalunya hay unas 800 bodegas. En España son unas 4.000 bodegas repartidas por 70 denominaciones. En Francia e Italia, las cifras sorprenden: cada país contabiliza más de 400 denominaciones y más de 10.000 bodegas. La mayoría de bodegas cuenta con un catálogo de productos más o menos nutrido, y ello quiere decir que hay decenas de miles de marcas diferentes.
Es solo una instantánea, parcial pero reveladora, de un sector atractivo, enormemente atomizado, en plena ebullición. Muy pocas de esas empresas vitivinícolas disponen de grandes presupuestos para comunicación y marketing, pero todas ellas tienen una necesidad que es casi básica: el diseño de etiquetas.
Y de diseño de etiquetas hablamos en el primer ADGTalk de la temporada. El 27 de septiembre vivimos una inmersión en este interesante segmento gráfico de la mano de dos de sus representantes más relevantes del momento: Joan Josep Bertran y Eduard Duch, del estudio Atipus. Cada uno presentó tres proyectos, cuyos procesos contienen claves de interés a la hora de abordar aspectos como la relación con el cliente, las fuentes creativas, la orientación al consumidor, y la etapa de producción en imprenta.
Bertran empezó contándonos el papel que tiene el diseño en el desarrollo de una experiencia singular en el Priorat: La Vinya del Vuit. Se trata de la unión puntual de ocho viticultores jóvenes que desde 2001 elaboran conjuntamente un vino marcado por la voluntad de disensión y de hallar caminos colaborativos y conceptuales nuevos. La etiqueta, que cambia cad aaño, contribuye a reforzar una identidad alternativa a los canales y códigos vinícolas habituales. En un plano muy alejado se sitúa el primer proyecto presentado por Eduard Duch: la gama de Rojalet, un honesto y accesible vino del Montsant producido por Celler Masroig. Sus etiquetas aúnan una lectura objetiva, casi científica, con la vistosidad gráfica. De hecho, la búsqueda del impacto visual a partir de recursos comedidos, aparentemente sencillos y muy eficaces es una constante del trabajo de Atipus. Lo pudimos comprobar con los Microtirajes de la bodega de cava Maria Rigol Ordi. Nos gustaron especialmente por su limpieza y su guiño de simpatía y buen talante.

También aparecen valores positivos –la alegría, la autenticidad– en la etiqueta de Les Cousins Donzell, un vermú de ambiente art déco en el que Bertran ha utilizado la tipografía Taüll diseñada por TypeRepublic. En este proyecto aparecen con fuerza los rasgos más definitorios del diseñador: la fuerza compositiva, el trabajo tipográfico, el gusto por códigos históricos. Este ejemplo nos lleva al que fue quizás el proyecto más deslumbrante de la sesión: las etiquetas de Màquina & Tabla. Un trabajo complejo y repleto de connotaciones, que se va gestando a caballo de una rica investigación conceptual y formal. En toda etiqueta es crucial la fase de producción, y en el caso de Màquina & Tabla supuso un reto lograr el nivel de detalle y el aspecto de una antigua prensa litográfica en planchas de offset.
Las coloristas etiquetas del Vi Novell del Masroig, creadas por Atipus, cerraron la charla. Su tono lúdico, desenfadado y fresco, además de estar en plena consonancia con el vino que presentan, nos llevaron hacia el segmento más pop del mercado, responsable de buena parte del auge del diseño de etiquetas. En el debate posterior se abundó en este aspecto y se habló de una posible etapa de “llamada al orden”. Siempre dependerá del posicionamiento de mercado de cada producto, por supuesto, pero es cierto que se puede abrirse un momento de mayor contención. Nos parece bien si eso va de la mano de una mayor participación de estudios y diseñadores en el desarrollo completo de las marcas de vino. Porque, volviendo a las cifras del principio, en ester mundo trabajo hay y aún va a haber más.
